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TODOS SANTOS DIFUNTOS (C)

11/1/2025

(Consulte el Archivo para ver reflexiones pasadas y futuras.)

 

 


Sabiduría 3: 1-9; Romanos 5:5-11; Juan 6: 37-40


Todos Santos Difuntos

 

 

 

 

 Todos Santos Difuntos (C)

11/1/2025

 

 


Sabiduría 3: 1-9; Romanos 5:5-11; Juan 6: 37-40


Hoy la Iglesia nos invita a recordar a los seres queridos que murieron.  También estamos invitados a entrar en oración para ellos y todos los difuntos.  Como católicos, creemos que la vida no termina con la muerte, sino que la vida está cambiada.  Es una consolación que no quita el dolor, pero que ayuda a soportar la pérdida de un ser querido.

 

Lo que conmemoramos hoy es la vida de todos los fieles difuntos que ya están gozando de la vida de Cristo Resucitado.  Tenemos fe en la promesa de Cristo.  Sabemos que su Resurrección es también la resurrección de los difuntos- de estas vidas preciosas que han tenido fe en Cristo.   No tenemos que confiar en las buenas obras de los difuntos, ni en su fidelidad a los mandatos.  Más bien tenemos que confiar en Cristo que nos dice que la voluntad del Padre es que los difuntos tengan vida eterna y estarán resucitados en el último día. 

 

A veces alguien nos pregunta porque rezamos por los difuntos.  Sabemos que ellos están en las manos de Dios, y no podemos cambiar su vida.  Sin embargo, nos hace bien recordar que Dios es fiel y quiere tener a todos sus hijos e hijas juntos en la eternidad.  Ofrecemos oraciones para confirmar nuestra fe en la bondad de Dios. 

 

En la primera lectura, escuchamos las lindas palabras, “La vida de los justos esta en manos de Dios”.  Decir estas palabras requiere un acto de fe.  Si creemos que las manos de Dios son manos que acogen, que comprenden, que aman, y que siempre están dispuestos a perdonar, podemos estar tranquilos sabiendo que los difuntos están recibiendo más amor que nosotros podríamos extender. 

 

Desde chiquitos sabemos que los manos del padre y de la madre son llenas de amor. Las manos de Dios nos han dado la vida, se han juntado con las nuestras y nos han conducido por los caminos de la existencia, nos han educado para la libertad, para la responsabilidad, para el amor. Por ellos nos han salvado, nos han liberado, y han hecho que llegásemos a ser lo que somos: hijos e hijas de un Dios amoroso. Las manos de Dios se alargan también hacia nosotros a la hora de la muerte y nos llevan al otro lado de la frontera, allí donde "ningún tormento nos tocará", a la felicidad inmensa, al lugar del reposo, de la luz y de la paz, a la inmortalidad.
 

La Iglesia reconoce nuestra debilidad y nos ofrece este día sagrado para recordarles a los difuntos y entrar en comunidad con ellos.  Hoy tenemos la tremenda oportunidad de recibir la Santa Comunión, de perdernos en el Cuerpo y Sangre de Jesús, y juntarnos con todos los que están gozando de su presencia en la eternidad.  Podemos acercarnos al altar con confianza, dando gracias que los difuntos ya están juntos con Cristo, y que podemos juntarnos a ellos por medio de la Santa Comunión.


Sr. Kathleen Maire  OSF <KathleenEMaire@gmail.com>


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