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30 de Noviembre de 2025
(Consulte el Archivo para ver reflexiones pasadas y futuras.)
Isaías 2: 1-5; Salmo 122; Romanos 13: 11-14; Mateo 24: 37-44
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ADVIENTO
I
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2. -- P. Jude Siciliano OP <FrJude@JudeOP.org>
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I Domingo de Adviento
30 de noviembre de 2025
(Isaías 2:1-5; Romanos 13:11-14a; Mateo 24:37-44)
Hoy comenzamos ambas la temporada de Adviento y las lecturas dominicales del Evangelio según San Mateo. Vamos a considerar Adviento más tarde. Ahorita pensémonos en el Evangelio de Mateo. Todos los evangelios son obras de maestro cada uno con sus rasgos distintivos. Se nota el Evangelio de Mateo por la reflexión en la comunidad eclesial, el uso del Antiguo Testamento para denotar a Jesús como el Mesías, y la estructura de cinco reportajes del ministerio de Jesús cada uno seguido por un discurso largo.
Se toma el evangelio de hoy del quinto y final discurso de Mateo. Jesús está enseñado a sus discípulos sobre el final de los tiempos. Les urge que sean preparados para su regreso no por escrutando los cielos para señales sino por haciendo obras buenas por los demás. Jesús terminará este discurso con la profecía famosa de la separación de los buenos de los malos. Dice que se reconocerán los buenos por tales obras como dar de a comer a los hambrientos y acogerse a los extranjeros. Ellos tendrán puestos en el Reino de cielo. Entretanto los malos, que no han ayudado a los necesitados, serán mandados al lugar del fuego.
Las instrucciones de Jesús reflejan la profecía de Isaías en la primera lectura. Dice el antiguo profeta que en los tiempos venideros gentes de todas partes del mundo vendrán al “monte de la casa del Señor”. Allá aprenderán los verdaderos caminos de la paz. Isaías tiene en mente el Monte de Sión, una metáfora para Jerusalén. Al enseñar en Jerusalén en el evangelio de hoy, Jesús reparte el aprendizaje que la paz que buscan las naciones es el fruto de obras buenas. Nos recuerda del dicho del papa San Pablo VI: “Si quieren la paz, trabajen para la justicia”.
El “monte de la casa de Señor” puede ser también dondequiera resida el Señor. En este sentido se incluye el lugar donde Jesús entregó su “Sermón del Monte”. Este discurso es el primero de los cinco de Mateo. Aparte de los Diez Mandamientos, el Sermón es la enseñanza más reconocida sobre la moral en la Biblia. En ello Jesús declara que los misericordiosos obtendrán la misericordia y que aquellos que trabajan por la paz serán llamados “hijos de Dios”. Además, el Sermón reta a los discípulos de Jesús a dar préstamo a quien pida y a caminar dos kilómetros con quien que pida acompañamiento por un kilómetro. El discurso también es notado por llamar a los discípulos “la luz del mundo”. San Pablo en la segunda lectura exhorta a los corintios que se revistan con luz.
Después de compartir la vida con la comunidad cristiana en Corinto por más de un año, Pablo conoce a sus miembros bien. Sabe sus inclinaciones al exceso y sus faltas de practicar el amor de Cristo. Va a dirigirse a estos problemas en el cuerpo de la carta. Aquí en la introducción a la carta, quiere dar instrucciones generales. Dice que los cristianos tienen que desechar “las obras de las tinieblas” y “revistarse con las armas de la luz”.
“Las obras de las tinieblas” refieren a los pecados sexuales como la fornicación. Incluyen también la falta de caridad como cuando los miembros con recursos se ignoran de los pobres en su medio. Asimismo, “armas de la luz” abarcan obras de caridad. En el “himno al amor”, que comprende el decimotercer capítulo de la carta, Pablo describe el amor como “servicial”. En otro lugar implora a los corintios que hagan como él “no buscando (su) propio interés, sino el del mayor número”.
Hemos entrado a Adviento. Es tiempo de buena voluntad hacia todos. Obras de caridad son tan partes de este tiempo como Santa Claus. De hecho, Santa Claus es el modelo de obras buenas. No es que sirvamos a los demás solo durante el mes de diciembre. Más bien, nuestra caridad durante este mes nos acostumbra a ser serviciales siempre. Como Jesús urge en el evangelio hoy y como Pablo escribe a sus queridos corintios, hacer obras buenas es parte de nuestra identidad como cristianos.
Carmen Mele
OP <cmeleop@yahoo.com>
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“PRIMERAS IMPRESIONES”
PRIMER DOMINGO DE ADVIENTO
- A –30
DE NOVIEMBRE DE 2025Isaías 2: 1-5; Salmo 122; Romanos 13: 11-14; Mateo 24: 37-44
Por Jude Siciliano , OP
Estimados predicadores:
LLAMAMIENTO DE FIN DE AÑO
En nuestras celebraciones litúrgicas y en la oración diaria, frecuentemente oramos por las vocaciones.
Vivo en una comunidad de noviciado de la Provincia Dominicana del Sur, Estados Unidos.
Puedo decir que he visto pruebas visibles de que nuestras oraciones han sido escuchadas, pues tenemos cuatro novicios llenos de vitalidad que pasan su primer año en la Orden con nosotros.
Únanse a nosotros en oración por ellos mientras disciernen su vocación.
«Primeras Impresiones» es un ministerio semanal de predicación gratuito. Si puede apoyar este ministerio y ayudarnos con la formación de nuestros nuevos miembros, se lo agradeceríamos mucho. Oramos diariamente por ustedes, nuestros amigos y benefactores. Si hay alguien o algo especial por lo que les gustaría que oráramos, por favor, háganoslo saber.
Envíe los cheques deducibles de impuestos a:
"Primeras impresiones"
Frailes dominicos
3150 Vince Hagan Dr.
Irving, Texas 75062-4736
O bien: Para realizar una donación en línea, visite: www.preacherexchange.com/donations.htm
Gracias.
El pasaje de Isaías de hoy es hermoso, lleno de amor y esperanza. Nos prepara para el inicio del Adviento. En estos tiempos de lucha y división, Isaías nos presenta una visión que nos llena de esperanza, a pesar de nuestros desafíos personales y mundanos.
En su visión profética, Isaías nos invita a mirar más allá del conflicto hacia un mundo donde reinan la paz y la unidad:
“Convertirán sus espadas en arados y sus lanzas en hoces; ninguna nación alzará la espada contra otra.”
Esto es lo que sucede cuando la palabra de Dios echa raíces en nuestros corazones: nos apartamos del miedo, la ira y los prejuicios para abrazar la compasión, la reconciliación y el servicio.
Aunque la plenitud del reino de Dios aún no se ha manifestado, Isaías nos exhorta a comenzar a transitar ese camino ahora:
“Subamos al monte del Señor, a la casa del Dios de Jacob.”
Nos invita a vivir hoy a la luz de la paz que Dios promete. Cada pequeño acto de comprensión, cada gesto de perdón es ya un paso hacia esa luz divina: «¡Oh casa de Jacob, venid, caminemos en la luz del Señor!»
Las palabras de Isaías son muy apropiadas para este primer domingo de Adviento. Nos recuerda que el Adviento es un tiempo de espera y expectación; no una espera pasiva, sino activa y llena de esperanza. Dios desea que nuestras vidas estén unidas, en paz y arraigadas en la sabiduría divina. Al escuchar el mensaje de Isaías, anhelamos —y comenzamos ya mismo a vivir— su visión.
«En los días venideros, el monte de la casa del Señor será establecido como el monte más alto y elevado sobre las colinas». Isaías señala la llegada del reino de Dios, un reino que comenzó con la primera venida de Cristo y que se cumplirá cuando regrese. Durante el Adviento, renovamos nuestro compromiso de vivir la vida del reino que Jesús nos enseñó y de esperar a que su paz reine plenamente.
El profeta nos llama a «convertir las espadas en arados». El Adviento nos desafía a prepararnos para la venida de Cristo no solo mediante prácticas externas, sino a través de la conversión interior: transformar todo lo dañino o divisivo en algo que nutra la vida. Cristo vino a traer la paz largamente prometida y nos llama a ser signos de esa paz hoy.
Cada semana encenderemos una vela más en nuestra corona de Adviento, un pequeño símbolo de cómo la luz de Cristo se fortalece a medida que se acerca su venida. Aunque esperamos en la oscuridad, no estamos sin luz. Podemos identificar la oscuridad en nuestro mundo y en nuestros corazones, pero también reconocemos la luz de Cristo que ya nos guía, paso a paso, domingo a domingo, hasta que su luz llene el mundo y no queden sombras.
La grandiosa visión de Isaías puede parecer contradictoria con las palabras de Jesús en Mateo, donde advierte que la venida del Hijo del Hombre será repentina, como en los días de Noé, cuando la gente ignoraba lo que se avecinaba. El mensaje de Isaías está lleno de serena esperanza; Mateo, en cambio, ofrece una severa advertencia. Sin embargo, se complementan. Isaías nos muestra lo que esperamos: el reinado de paz y justicia de Dios cuando los corazones se conviertan y la creación sea sanada. Mateo nos enseña cómo esperar: con atención, disposición y fidelidad en nuestra vida cotidiana.
Jesús dice que en tiempos de Noé la gente no percibía las señales de Dios porque estaba absorta en la vida cotidiana: comer, beber, casarse. No hay nada de malo en ello, pero en medio de la rutina, debemos mantener nuestros corazones atentos a Dios. El Adviento nos llama precisamente a eso: a vivir una vida ordinaria con una conciencia extraordinaria.
El Adviento no es un tiempo de espera ansiosa, sino de vida consciente. Si anhelamos la visión de Isaías de un mundo transformado por la paz de Dios, esa transformación debe comenzar en nuestro interior. Nos preparamos para la venida de Cristo no contemplando con nostalgia los cielos, sino viviendo cada día con amor, misericordia y atención, caminando en la luz que Dios nos brinda, especialmente en las Eucaristías de Adviento, en las Sagradas Escrituras y en nuestras conversaciones con los demás.
Aquí les dejo una oración para el Adviento. Lamento desconocer su origen.
“Dios amoroso,
En esta época sagrada nos llamas a despertar de nuestro letargo y caminar en tu luz.
Prometiste paz para nuestro mundo y esperanza para nuestros corazones.
Al comenzar nuestro viaje de Adviento, volvemos la mirada hacia tu venida.
y prepáranos para recibirte en cada momento de gracia.
Bendición:
“Que el Dios de la esperanza nos llene de paz mientras esperamos su venida.
Que la luz de Dios guíe nuestros pasos.
y el amor de Dios nos une en la fe y el servicio.
Haz clic aquí para acceder a las lecturas de este domingo:
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/113025.cfm
P. Jude Siciliano, OP <FrJude@JudeOP.org>
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